AT&T, en 1982; Microsoft, en 1998; y ahora Google, en 2024; marcan los tres hitos antimonopólicos más importantes de los gigantes de la tecnología en Estados Unidos. Sus casos marcaron un antes y un después en la carrera de la industria de la tecnología en sus diferentes ámbitos.
En concreto, el de AT&T de 1974, que llevó a la partición del gigante telefónico dando origen a las Baby Bells, luego en 1998 el caso de Microsoft en el mercado de las computadoras personales, por abusar de la posición de dominio de su sistema operativo Windows para imponer su navegador Explorer y el de Google de 2024, enfocado en los contratos de exclusividad que Google firmó con fabricantes de dispositivos y navegadores para ser el motor de búsqueda predeterminado.
La legislación antimonopolio en EE UU data de hace más de 100 años y se asienta sobre tres cimientos fundamentales: la Ley Sherman de 1890 (prohíbe los monopolios y los contratos que restringen el comercio de forma injustificada), la Ley Clayton de 1914 (frena las fusiones y adquisiciones que reduzcan sustancialmente la competencia o creen un monopolio) y la Ley de la Comisión Federal de Comercio aprobada también ese mismo año, esta última ataca los «métodos desleales de competencia» y los «actos o prácticas desleales o engañosos».
La justicia estadounidense ha decidido según un criterio de bienestar del consumidor. A continuación, un vistazo a los casos de AT&T, Microsoft y Google:
Nacen las pequeñas Bell
En 1974, el Departamento de Justicia de EE UU presentó una demanda contra AT&T, citando la Ley Sherman para reducir el poder de la empresa. EE UU argumentaba que AT&T estaba abusando de su posición dominante para restringir la competencia y mantener su monopolio en el mercado de servicios telefónicos.

AT&T se vio obligada a subdividirse en siete compañías.
El caso de AT&T tardó ocho años en resolverse y culminó en una ruptura. En 1982, el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito de Columbia falló a favor del gobierno, lo que llevó a la disolución del sistema Bell de AT&T en 1984. Como resultado, AT&T se dividió en siete compañías regionales de operación Bell, conocidas como «Baby Bells», y una versión mucho más pequeña de AT&T que continuó proporcionando servicios de larga distancia telefónica.
La disolución de AT&T tuvo un impacto significativo en la industria de las telecomunicaciones, fomentando la competencia y la innovación. También sirvió como un precedente importante para futuros casos antimonopolio contra grandes empresas tecnológicas.
Cuestión de dominio
En 1998, el Departamento de Justicia de EE UU le apuntó a Bill Gates y demandó a Microsoft por prácticas monopolísticas en el mercado de los sistemas operativos para computadoras personales. El caso se centró en cómo Microsoft utilizaba su dominio con Windows para suprimir la competencia de otros navegadores web, como Netscape Navigator.

Microsoft aseguró que la demanda atentaba contra la innovación.
Los cargos se produjeron en respuesta a la agrupación de programas adicionales por parte de Microsoft en su sistema operativo. Esto significaba que para los clientes que querían acceder a una aplicación particular de Microsoft, comprar el sistema operativo Microsoft Windows era un requisito previo.
Microsoft perdió el caso contra el gobierno estadounidense, no obstante, la empresa argumentó que estas prácticas no eran coercitivas y que los consumidores disfrutaban de la libertad de elección debido a la presencia de productos como Macintosh, Unix, etc. El gobierno también descubrió que la empresa, al sofocar la competencia, amenazaba la innovación en la industria del software y la empresa también se vio obligada a compartir sus datos con otros terceros.
El fallo también dictaminó que la empresa debía dividirse en dos, creando así dos entidades separadas. Una sería únicamente para el sistema operativo Windows, mientras que la otra entidad sería responsable de todos los demás productos de software ofrecidos por Microsoft.
No obstante, la decisión fue impugnada por Microsoft, y un tribunal de apelaciones la anuló, evitando así la división de la compañía, pero la decisión sentó un precedente al exigirle a Microsoft que compartiera su interfaz de programación de aplicaciones (API) con empresas de terceros.
Buscador monopólico
El caso de Google inició en el 2020 y estalló en 2024, cuando un juzgado lo determinó así: «Es un monopolio». De acuerdo con el Departamento de Justicia de EE UU, Google abusa de su posición dominante en el mercado de las búsquedas en línea y la publicidad digital. El caso se centró en los contratos de exclusividad que Google firmó con fabricantes de dispositivos y navegadores para ser el motor de búsqueda predeterminado.

La sentencia del caso Google no establece sanciones.
En el dictamen de más de 200 páginas se limita a establecer su responsabilidad y no aborda a qué sanciones podría enfrentarse ahora el gigante de Silicon Valley.
Los expertos barajan la posibilidad de que esto allane el camino a un segundo juicio en el que se establezcan las medidas a tomar, y tampoco se descarta que Google recurra el fallo ante un tribunal de apelaciones.
El veredicto puso fin al que se considera el juicio por prácticas monopólicas más importante de la era internet, el último de una serie de enfrentamientos entre corporaciones tecnológicas multinacionales y el gobierno de Estados Unidos.
